domingo, mayo 02, 2010

De otra pasta...

Dicen que los toreros son de otra pasta, que se recuperan milagrosamente rápido después de graves percances en su danzar peligroso con morlacos de quinientos kilos con cornamentas afiladas. Dicen que los alpinistas viven al límite cada vez que se amarran a una cordada a cientos de kilómetros del suelo que pisamos, que se esfuerzan al límite para alcanzar una cima que quién sabe si justo después de alcanzarla los matará. Que los corredores de fondo hacen miles de kilómetros con una pasmosa ligereza de cuerpo y de mente, sumando a cada zancada los metros que les llevará a la meta...

Sin embargo, hoy, me gustaría también contaros que hay gente, como tú y como yo, que en su quehacer diario, son capaces de tener gestos y actitudes dignas de un superhéroe aún no inventado, pero que seguramente sería el mejor de todos.

Y ella es una de esas. Ella está hecha de otra pasta también. Porque es fuerte cuando cualquiera en sus circunstancias habría mandado a la mierda a todo por el camino, porque sabe permanecer serena cuando quizás lo más sensato sería gritar de rabia, porque es positiva y rezuma buen humor y positivismo a pesar de los pesares, porque es grande grande aunque sus circunstancias a veces se empeñen en empequeñecerla, porque nunca oirás de ella una queja a destiempo y absurda, porque su predisposición natural y no ensayada a ayudar a los demás le hace en muchas ocasiones olvidarse de ella misma...porque ella es una de esas de otra pasta, de las que merecen todo mi admiración.

Ella ya lo sabe. Ella ya sabe que yo la admiro, que la quiero, que me enseña a entender la vida de forma plena, que es grande, grande.
Porque, a veces no hace falta ser torero, alpinista, sherpa, o atleta, para que todo el mundo que te conoce sepa que tú, bonita, también estás hecha de otra pasta.

Te quiero,
Grande grande eres

2 comentarios:

  1. De otra pasta, de pasta de queso de ese que tanto le gusta rallar.
    La queremos todos, por esa fuerza, porque hace parecer lo difícil sencillo, por su superpoder de empequeñecer los problemas hasta que se quedan como un jersey que ha encogido, desteñido y se ha hecho jirones y entonces podemos reirnos de ellos.

    Grande, pero grande.

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